La web de Ciudad Pegaso

1956-2006

50 aniversario de la creación de Ciudad Pegaso

 
ENASA. "LA FABRICA". EMPRESA NACIONAL DE AUTOCAMIONES. ENASA. "LA FABRICA".

HISTORIA

Presentamos aquí el excelente trabajo de D. Miguel Angel Martínez Sevilla sobre la historia de ENASA Pegaso

La Empresa Nacional de Autocamiones, S.A., 1946-1975 1


Miguel Ángel Martínez Sevilla
Centro Histórico Pegaso


Introducción: primeras actuaciones para la creación de una industria nacional


El nuevo Estado que surge en España tras la Guerra Civil emprendió una política autárquica de industrialización cuyo principio inspirador fue la sustitución de importaciones con un doble objetivo. De un lado, vino impuesto por una situación real de partida, aminorar al máximo el gasto en divisas escasas. De otro, evitar a todo trance la dependencia exterior en materia económica y de defensa, para erradicar cualquier riesgo de presión sobre el nuevo orden instaurado.


El medio para lograr estos objetivos estaba recogido en la normativa emanada del nuevo Gobierno para relanzar la industria nacional en la primera etapa de su andadura. Dicho diseño marca una doble vía autárquica y nacionalista. Se pretendió, por una parte, el autoabastecimiento de inputs, materias primas, productos básicos, bienes intermedios y finales al máximo. Y por otra parte, se impuso una vía nacionalista al dificultar el protagonismo de la inversión extranjera en el impulso de la producción nacional 2.

Las disposiciones fundamentales para crear una industria nacional estaban contenidas en las dos Leyes de Protección y Fomento de la Industria nacional, promulgadas en 1939. La primera de ellas, de Fomento a Industrias de Interés Nacional, de 24 de octubre; la segunda, de Ordenación y Defensa de la Industria Nacional, de 24 de noviembre. En ellas late una clara desconfianza hacia la iniciativa privada cuando, al declarar como objetivo necesario “redimir a España de la importación de productos exóticos, capaces de producirse en España”, cree aconsejable impulsarla a través de garantías y beneficios al “no haber logrado hasta hoy, no obstante las posibilidades del mercado interior, el que la iniciativa privada satisfaga esa necesidad”. Debido a este dato de partida y al objetivo autárquico propuesto, se dispuso que podría ser declarada una industria de interés nacional “cuando las necesidades de la defensa o la economía nacional aconsejen su implantación y se haga preciso estimular la iniciativa privada”. Una vez declarada la empresa como tal, gozaba de una serie de beneficios fiscales –reducción de impuestos y de aranceles-, derechos de expropiación forzosa y otras garantías, a cambio de las cuales el Estado intervendría en su marcha mediante la designación de un consejero y un interventor delegado.

1 Este trabajo ha contado con el asesoramiento de José María López Carrillo y se ha beneficiado de su participación en el proyecto 06/0070/99 financiado por la Comunidad de Madrid.
2 Las medidas de apoyo e impulso a la industrialización se iniciaron con el Decreto de 20 de agosto de 1938 y la Orden complementaria de 17 de noviembre del mismo año, por medio de las cuales se sometieron a previa y expresa autorización del Ministerio de Industria la implantación en territorio español de industrias de nueva planta, así como la ampliación o transformación de las ya existentes.
Terminada la guerra, se revisaron, regulándose por el Decreto de 8 de septiembre y la Orden de 12 de septiembre de 1939 la actividad industrial de la iniciativa privada de forma que pudieran orientarse en el camino del interés nacional que marca el nuevo Estado.

Para hacer efectivo este artículo se dispuso su ordenación y defensa considerando a la industria como “parte integrante del Patrimonio Nacional y subordinada al interés supremo de la Nación” y, a tales efectos, se clasificaron en Industrias para la Defensa Nacional, Industrias Auxiliares para la Defensa Nacional e Industrias Básicas para la Economía Nacional, incluyendo en la última categoría “las de transporte y fabricación del material que utilicen 3.

Para las nuevas industrias, de manera especial, se estableció en el Decreto de noviembre de 1939, en su art. 5º, que el capital social había de ser en sus tres cuartas partes al menos de propiedad española. Así, la participación extranjera, en forma de inversión de capital o de aportación de utillaje, no podía exceder del 25%. Asimismo, los directores técnicos o administrativos, gerentes y apoderados tenían que ser españoles 4. Para las industrias clasificadas como de interés para la Defensa, estas condiciones se extremaron y se dispuso que el capital fuese íntegramente español.

El rígido sometimiento al interés nacional se confirmó por la siguiente disposición: “los jefes directos de la Empresas son responsables ante el Estado de cumplimiento, con elevado espíritu de subordinación al interés nacional, de las disposiciones y orientaciones del Gobierno”, responsabilidad que se extendió subsidiariamente a los Consejos y Juntas.

La defensa de la producción nacional se reguló en una doble vía: garantizando la demanda del Estado y por otra, la de asegurar su no concurrencia desleal. En cuanto a la primera dispuso que en todas las obras y adquisiciones del Estado y Organismo Oficiales se emplearían artículos de fabricación española. La segunda, determinó que las industrias del Estado no podrían competir ventajosamente con las particulares, además, si el Estado llegaba a adquirir patentes de productos que no se fabricaban en España, su explotación sería ofrecida en concurso público a la iniciativa privada y sólo si ésta no concurría, el Estado podría efectuar las instalaciones que creyera conveniente.

Esta política intervencionista y autárquica la afrontó el Estado en su primera etapa, en un contexto de guerra abierta en Europa. Las peculiaridades del nuevo régimen le colocaron automáticamente junto a las potencias del Eje. La guerra estalló en Europa cinco meses después de concluida la Guerra Civil española, lo que aumentó la situación de aislamiento del Estado franquista que se tradujo en grandes dificultades de aprovisionamiento de tecnología y bienes de equipo, estrangulando la viabilidad de que surgiera una industria nacional al amparo de la política industrial protectora del Gobierno 5.

Por otra parte, el estímulo exportador que supuso la guerra para los países neutrales, que pudo haber paliado el problema de la escasez de divisas, no se pudo aprovechar, por la contracción de la demanda de productos tradicionales de exportación españoles y la situación de endeudamiento, sobre todo con

 

3 Ley de 24 de noviembre de 1939, (BOE 15 de diciembre de 1939, art. 3, apartado c) y d).
4 En el Consejo de Administración, la representación extranjera podría llegar a ser proporcional a su participación en el capital social, pero en ningún caso, un extranjero ostentaría la Presidencia del Consejo ni los cargos directivos que, en todo momento, han de ser ostentados por personas de nacionalidad española.
5 En Martín Aceña, P. y Comín, F.: INI, 50 años de industrialización en España, Espasa-Calpe, Madrid, 1991, pp. 67-78, se señala cómo antes de crear el INI el Estado intentó durante dos años y medio fomentar la inversión industrial por medios tradicionales, pero intensificando los mecanismos de control hasta el punto de que resultaron limitativos en lugar de incentivadores. Una revisión reciente de la creación del INI se contiene en Gómez Mendoza, A. (ed.): De mitos y milagros. El Instituto Nacional de Autarquía (1941-1963), Edicions Universitat de Barcelona-Fundación Duques de Soria, Barcelona, 2000.

Alemania, que exigió su pago durante la contienda mundial 6.

El retraso industrial español se nos muestra a principios de la década de los 40 con todas las características del círculo vicioso del subdesarrollo, con el agravante de la reducida capacidad exportadora. Ante esta situación parece que la salida posible, no es otra que la captación de recursos financieros del exterior. El recurso al endeudamiento, supliendo la insuficiencia del ahorro doméstico con la entrada del ahorro exterior en cantidad suficiente y en condiciones favorables, bien por la vía del crédito, bien por la apertura a la inversión directa del exterior, fue un camino que quedó inédito. La opción que eligió el nuevo Estado fue el cierre decidido a esta vía de desarrollo, la cual suponía un indudable vínculo de dependencia con repercusiones políticas no deseadas por el régimen.

1. Normativa de la industria de automoción.


La normativa concreta para implantar la industria de fabricación de automóviles, acogiéndose a los beneficios de industria de interés nacional, está contenida en el Decreto de 10 de febrero de 1940. El desarrollo de esta industria se estimó necesario y con carácter de urgencia para la nación por lo que “representa en su reconstrucción e independencia económica”, hasta el punto de regular expresamente como condición preferente en la adjudicación la brevedad de plazo para ejecutar el plan presentado. Dada la dificultad técnica que encierra esta actividad, se hizo una llamada dirigida principalmente a aquellos proyectos nacionales elaborados en cooperación con empresas de otros países “consagradas por el éxito en la industria del automóvil”.

Las realistas consideraciones sobre la necesidad de adquirir tecnología y recursos en el exterior, claramente expresados en las intenciones del decreto, no coinciden, ni se compaginan bien con las normativas generales para la industrialización en general y la obtención de la calificación de industria de interés nacional, que al imponer un severo condicionante al capital exterior, dificultaba a su vez la obtención de la deseada cooperación en la industria automovilística. En el marco regulador de la industrialización nacional, resultó muy complejo para la iniciativa privada española concertar con empresas extranjeras su colaboración en cualquier proyecto de fabricación nacional de automóviles. El objetivo del decreto fue conseguir la “fabricación total del automóvil, apartándose de soluciones parciales”, para lo cual se había de contar con una ordenación adecuada de la industria auxiliar. Por ello, las empresas tuvieron que comprometerse a un desarrollo que condujese, en el plazo de cuatro años, a contar desde el momento de la adjudicación, a la fabricación propia del grupo motor 7 y de montaje final del conjunto del vehículo con todos sus grupos y elementos componentes. La realización del resto de los elementos de todo tipo quedará encargado a la industria auxiliar. Consecuentemente con esta división de tareas “se establece una relación de subordinación de las fábricas de las industrias auxiliares del automóvil en relación con las de automóviles propiamente dichas en todo lo referente a cuantía, calidad y plazos de entrega de los productos”. El decreto apuntaba, por tanto, hacia la estructuración global de un marco regulador de la

6 Catalán, J.: La economía española y la II G. M., Ariel, Barcelona, 1995, pp. 188-205.
7 Según el propio Decreto esto engloba: motor, embrague, caja de cambios, eje propulsor y diferencial (art. 1, apartado D).

actividad con la intención de impulsar a la iniciativa privada en todas las facetas de la producción automovilística. Con esta actuación reguladora el Gobierno pretendió, sin consideración de otros factores limitativos que invalidaron su voluntad, por una parte conseguir a corto plazo la implantación de empresas nacionales de automoción con la dimensión adecuada para asegurar la viabilidad y su solidez futura y, por otra parte, lograr un alto grado de nacionalización del producto final. Todo ello permitiría, en última instancia, una estimable capacidad de sustitución de importaciones y una mayor independencia de la industria nacional respecto del exterior.

Ahora bien, la regulación estricta de la subordinación de la industria auxiliar no fue abordada. En relación con ello se estableció como medio para asegurarla que “será determinada por los Delegados interventores nombrados por el Ministerio de Industria y Comercio”, pero no se definió ningún mecanismo para llegar a esa determinación. La industria auxiliar quedó realmente al margen de este decreto, en el sentido de que no se le abrió ninguna puerta para poder presentar proyectos con objetivos de producción, que conllevasen los beneficios de su cualificación como industria de interés nacional, por más que su retraso preocupara y en el preámbulo del decreto se les conmine a que “han de resolver de una vez y definitivamente, problemas de tanta envergadura mediante el concierto de voluntades aunadas en el organismo adecuado". Únicamente se apuntó la posibilidad de un apoyo en el artículo 5º, cuando dice que gozarán de los beneficios de industria de interés nacional “cuando por su necesidad e importancia lo estime oportuno el Ministerio de Industria y Comercio”.


Las dimensiones que debían tener las fábricas proyectadas, se fijaron en los siguientes volúmenes mínimos de fabricación anual:

• Para turismos de bajo consumo y precio, de cuatro asientos y potencia fiscal inferior a 12 HP 8, 5.000 unidades. Para turismos, de cinco a siete asientos, y potencia fiscal de aproximadamente 25 HP, 9.000.


• Para camiones ligeros de dos y media a tres y media Tn., de carga y potencia aproximada de 25 HP –en realidad, este tipo de vehículo no es
un camión ligero, sino un furgón o furgoneta-, 15.000 unidades.


• Para camión pesado, de siete Tn., de carga, con motor diesel de 38 a 50 HP, 1.000 unidades anuales.


• La misma cantidad de 1.000 unidades se fija para tractores con destino a uso agrícola o militar.


Dadas las condiciones de regulación general de la actividad de automoción, a las iniciativas en este sector no les quedaba prácticamente más camino para su viabilidad que la presentación de proyectos ante el Ministerio que, cumpliendo con los objetivos de producción exigidos, supusieran su clasificación como empresa de “interés nacional” y, consecuentemente, el disfrute de sus beneficios, en particular la mayor facilidad de obtener licencias de importación de equipos y materiales. Por eso, en los meses

8 HP = Horse Power. Caballos de vapor. Equivalente a CV.


siguientes a al aparición del decreto 9, se registraron cuatro proyectos potenciales, correspondientes a Ford Motor Ibérica, Daimler Benz, FIAT Hispania e Hispano Suiza. Sólo dos de los mencionados proyectos se concretarían y fueron objeto de negociaciones complejas, sirviendo de base de una y otra forma a las posteriores realizaciones que se harían ya bajo la iniciativa del INI: el proyecto de FIAT para turismos y el de Hispano Suiza para camiones.

2. Actuaciones del INI para implantar una industria nacional del motor

El INI creó en abril de 1942 el Departamento del Automóvil con el propósito de realizar a través de él sus actuaciones en el sector de automoción, emprendiéndose tres líneas de negociación con casas extranjeras10: la primera se desarrolló desde el mes de marzo de 1942 con la italiana FIAT, para fijar los términos de su participación en una fábrica de turismos. En octubre de 1942, se iniciaron los contactos con Saurer11 para poner en marcha una fábrica de vehículos industriales. Por último, en diciembre de 1942 y en la misma línea, se entablaron conversaciones con las italianas Alfa Romeo y Lancia.

A finales de octubre se disponía del primer borrador de contrato de Saurer. En él se contemplaba su colaboración técnica para equipar una fábrica con capacidad para 1.200 unidades anuales de un modelo diesel de 5 Tn. de carga, sin concretar los ritmos de nacionalización de la producción.

En noviembre de 1942, el Ministerio aprobó el proyecto presentado por Lancia, para fabricar camiones a gasoil, cuya patente y marca proporcionó Alfa Romeo. Estos vehículos se montarían en las instalaciones de Hispano Suiza de Barcelona, exigiéndose en una primera etapa, un grado de nacionalización del producto equivalente como mínimo, al 68,9% de su valor; y total en el plazo de los cinco años siguientes.

Las condiciones impuestas no resultaron muy alentadoras para las empresas concurrentes, dadas las escasas posibilidades de la industria nacional, para hacer posible su cumplimiento. La única sociedad española en condiciones de acometer algún programa de producción, la catalana Hispano Suiza, buscaba en aquel momento el apoyo del INI para obtener pedidos inmediatos de sus camiones por parte del Ejército. En cuanto al proyecto de fabricación de camiones diesel, brindó su colaboración al INI, aceptando una posición supeditada a su iniciativa.

La actitud inicial de Hispano Suiza no sorprende dada la incertidumbre que entrañaba dicho proyecto. Los propios estudios que en el INI se hicieron sobre los problemas que planteaba este objetivo industrializador así lo confirman. El acercamiento a los diversos temas -volúmenes de producción, industria auxiliar de componentes, industrias básicas de materias primas, máquinas-herramientas, etc. pusieron de

9 El decreto concedió tres meses de plazo a la presentación del proyecto, pero se prorrogaría hasta agosto del mismo año atendiendo instancias de los interesados, fundadas en la envergadura de los problemas a analizar, que en las circunstancias en que se desenvolvieron no permitían el establecimiento de un proyecto solvente con tanto rapidez.
10 Los documentos que tratan de los planteamientos realizados por el Departamento del Automóvil para el desenvolvimiento de la industria de automoción y las negociaciones entre el INI y las empresas
automovilísticas se encuentran en el Archivo del INI, Legajo 3164.
11 De ellas únicamente la establecida con Saurer fue por iniciativa del INI, las otras dos tuvieron su origen en los proyectos aprobados previamente por el Ministerio de Industria.

 

manifiesto que sólo la iniciativa pública, guiada por un objetivo de producción podía lanzar tan dudoso proyecto12.
En estas primeras actuaciones del INI, junto al objetivo de producción, se contempló otro móvil: se trataba de la naturaleza sustitutiva más que subsidiaria de su intervención, como lo demuestra la orientación que se observa en sus primeros estudios sobre volúmenes a fabricar, ya que considera el total de la estimación realizada el objetivo a cubrir con su intervención, de modo que no existe ninguna consideración sobre qué cuota del mismo se espera sea cubierta por la concurrencia de otros fabricantes distintos del Instituto. No obstante, al hacer las primeras estimaciones de inversión en la Memoria anual, fijó la inversión pública en un 60% del total nacional previsto. Así quedó reflejada una función subsidiaria en un documento público oficial que no se correspondió exactamente con los criterios que siguió el Departamento del Automóvil, contenidos en los documentos internos.

En 1943, las intensas negociaciones que se realizaron en la primera mitad del año con Hispano Suiza y Alfa Romeo pusieron el proyecto italiano en primer plano, desplazando al anterior de Saurer en la prioridad de interés del INI. En el verano de ese año alcanzó su máximo nivel de aceptación. En agosto, la Presidencia del Gobierno autorizó al INI a crear una fábrica de camiones de manera inmediata. Un mes más tarde el proyecto estaba prácticamente descartado. La razón fundamental fue el temor de que la situación de la empresa italiana hubiera cambiado tanto con el rumbo que tomó la guerra y los cambios políticos que se produjeron en Italia, que no le permitiesen mantener su oferta en los términos que se venían concretando hasta entonces. Al finalizar el año, el proyecto estaba muerto.

Casi simultáneamente al declive de la solución “italiana” se registró un intento de solución “alemana” a iniciativa de Daimler Benz que no avanzó significativamente. La propuesta obtuvo escasa receptividad en el INI, hasta el punto que no hay mención de ella en la Memoria del Instituto de ese año. Por tanto, al final de aquel ejercicio, no existían proyectos en marcha en el INI. El objetivo de implantar la fabricación de vehículos industriales a corto plazo resultó pues inviable.

No obstante las intensas negociaciones que se llevaron a cabo en la primera mitad del año entre el INI, Hispano Suiza y Alfa Romeo aclararon las respectivas posiciones y prefiguraron la solución que se dio al problema tres años más tarde.

En febrero de 1943, se creó en el INI una Comisión para estudiar el proyecto de Alfa Romeo y las posibilidades de Hispano Suiza. En abril informó sobre sus conclusiones, constatando la gravedad del problema de subsistencia de la línea de vehículos industriales de Hispano Suiza, resaltando la repercusión negativa que pudiera tener para el desenvolvimiento de la producción de vehículos militares. Su propuesta consistió en que el INI crease una empresa pública que se hiciera cargo de la fabricación militar. Con respecto a la sección de vehículos industriales, rechazó el apoyo solicitado por la empresa para continuar con su producción de camiones a gasolina. La única salida que se le brindaba desde el Instituto para superar su crisis fue su inclusión en un


12 El objetivo de producción guió las actuaciones del INI desde el primer momento. Los argumentos para justificar su viabilidad son meramente técnicos, y aún estos forzados para superar la evidencia de su dificultad. Se valoraron por exceso las posibilidades de las industrias básica y auxiliar, a pesar de que se realizaron también estudios que alertaban de lo contrario; se analizaron los problemas de equipamiento de la fábrica pero, una vez reconocido, se minimiza por las cortas series a realizar. Se admitió por último, que ello ocasionaría un mayor coste de producción, pero no se contempló como inconveniente.

 

proyecto que este lideraría y en el que la empresa catalana podría intervenir minoritariamente. A esto se mostró dispuesta, siempre que su participación se ciñera a la aportación de sus instalaciones a la nueva sociedad.


También para la Comisión el proyecto de Alfa Romeo y Lancia estaba bastante inmaduro, ahora bien, según el representante de Lancia en España, la participación del INI en él había suscitado el interés de Alfa Romeo y, en particular, de su director técnico, el español Wifredo P. Ricart, dadas las garantías para su viabilidad. Las deficiencias de lo propuesto provocó en principio el rechazo del Departamento del Automóvil. Ante esto, Ricart reaccionó y puso en manos del INI un anteproyecto acorde con sus objetivos, que contemplaba incluso la utilización de las instalaciones de Hispano Suiza, en tanto se dispusiera de una fábrica de nueva planta cuya creación correspondería al INI. Éste último no difería sustancialmente del primero, salvo en el protagonismo absoluto del INI.


El anteproyecto de Ricart tuvo mucha más importancia que el resto de los propuestos, puesto que contempló la fabricación de un vehículo adaptado a las posibilidades españolas. Este planteamiento conectó bien con las ideas autárquicas y nacionalistas del INI, sobre todo si consideramos que el ingeniero español planteó al INI la aportación de planos de tipos idóneos para el mercado español, además de proponer y garantizar su colaboración y la de sus colaboradores en Italia, en un momento donde una de las mayores preocupaciones del INI era la escasez de técnicos nacionales para acometer sus programas industriales.

La ruptura de las negociaciones con Alfa Romeo supuso el abandono del anteproyecto de Ricart, al imposibilitar su ejecución sobre la base tecnológica de Alfa Romeo, pero no su desaparición sobre otra propia del mismo Ricart.

La fórmula diseñada por el INI de negociar con marcas extranjeras se estaba mostrando inviable. Aquella paralización de las iniciativas para la constitución de una sociedad que acometiera la fabricación de vehículos industriales, llevó la preocupación a Hispano Suiza, que no tenía pedidos gubernamentales y además acababa de desaparecer la posibilidad de su aportación al proyecto de empresa nacional. En esta disyuntiva la sociedad española ofertó de nuevo sus camiones a gasolina al Ministerio, que empezó a
ver con preocupación el problema de desabastecimiento de vehículos. Esto obligó al INI a dar una respuesta ante el apremio de que era objeto por parte de los militares, y en estas circunstancias se circunscribe la apertura de negociaciones a iniciativa del Instituto con la industria alemana del motor, que se materializó fundamentalmente con Daimler Benz.


3. El proyecto autárquico definitivo: CETA y ENASA


En el desarrollo de las largas negociaciones entre INI, Hispano Suiza y Alfa Romeo hemos visto el papel fundamental que desempeño Ricart. Cerradas ya todas las vías de colaboración extranjeras -proyecto suizo, italiano y alemán- la situación para el INI puede resumirse así: el Gobierno -sobre todo los ministerios militares- apremiaron para la definitiva puesta en marcha de una fábrica de camiones y el INI tuvo que dar una respuesta rápida. Por otra parte, existía ya una absoluta convicción de que sólo la iniciativa pública podría afrontar la inversión para su puesta en marcha, ya que la única empresa privada capaz de hacerlo, la Hispano Suiza, estaba muy lejos de responder a los

esquemas técnicos y financieros que la aventura autárquica requería. No obstante, cerradas las vías de colaboración técnica extranjera, en Hispano Suiza residían los únicos cimientos tecnológicos e industriales: producción en pequeña serie del camión 66 G –motor de gasolina- de 7 Tn. de carga y el estudio del prototipo de la versión diesel del anterior denominado 66 D 13.

Con el regreso de Ricart a España a finales de 1945 se relanzó su proyecto, susceptible de hacerlo factible creando los medios para que el ingeniero catalán y su equipo italiano prosiguieran el desarrollo de tecnología autónoma. De esta manera, se constituyó una unidad de proyectos en enero de 1946: el Centro de Estudios Técnicos de Automoción (CETA).

Una vez creado CETA, sus primeras actuaciones se dirigieron al diseño de la nueva fábrica de autocamiones 14. En marzo de 1946 culminó la elaboración de una "Memoria anteproyecto de fábrica de vehículos industriales pesados y de motores diesel y turboalternativos" 15. En abril se elaboró por parte de la Gerencia del INI el documento "Fabricación de vehículos industriales y motores diesel", junto con los borradores de los proyectos de decreto y orden ministerial para la aprobación de la constitución de la nueva empresa por el INI. Sometido el documento a la aprobación del presidente Suanzes, que por entonces simultaneaba su cargo con el de ministro de Industria, le mereció una entusiasta conformidad 16. La sociedad, una vez aprobada su creación en Consejo de Ministros por decreto de 1 de mayo de 1946, se constituyó por escritura notarial de 23 de octubre de 1946 con la denominación social "Empresa Nacional de Autocamiones, S.A." (ENASA). Pero desde antes de su creación, durante todo el año 1946, se produjeron tensas negociaciones entre el INI y la Hispano Suiza, que terminaron con la toma del 25% de las acciones de ENASA, con la contrapartida de la adquisición de sus activos en la fábrica de La Sagrera (Barcelona).

4. La adquisición de los activos de Hispano Suiza


El proceso negociador entre el INI y la empresa catalana, se desarrolló a lo largo de 1946 y en paralelo al proyecto de nueva fábrica, que sobre las bases del estudio

13 Aunque técnicamente la motorización diesel en camiones y otros vehículos terrestres fue viable a partir de la década de los años 20, su expansión no se produjo hasta después de la Segunda Guerra Mundial en Europa y aún más tardíamente en América. Hispano Suiza ya fabricó vehículos diesel aunque con patente Ganz en los años treinta pero sin ninguna repercusión comercial. En este momento se trató de llegar a un vehículo de gasoil con tecnología propia que introdujera en el mercado español las ventajas de dicho motor: consumo más reducido de combustible y mayor duración del motor.
14 También en este momento se definieron las secciones de producto que acometería, siendo las fundamentales: automóviles y sus motores (Z-100); camiones y sus motores (Z-200), autobuses y autocares y sus motores (Z-400); trolebuses (Z-500); camiones-tractores (Z-700); además de motores
diesel para tractores, industriales y ferrocarril.
15 En ella se describe pormenorizadamente la estructura y organización de la fábrica, se aportan los planos y se hace una valoración de las inversiones necesarias que sirvieron de base para el cálculo del capital inicial de ENASA. También se contemplaba el ahorro de divisas generado en los primeros cinco años de funcionamiento en virtud de los programas de fabricación previstos año a año.
16 Archivo Histórico INI, legajo 3164, año 1946, período abril-diciembre, núm. 2, "Formulario de Gerencia a Presidencia, remitiendo proyecto de escrito a Presidencia de Gobierno sobre fabricación de vehículos industriales y de motores diesel, 5 de abril de 1946, con proyecto de decreto, 12 de abril de 1946. Suanzes anotó: "Está estupendo. No podría mejorarlo y se ha creado ya una doctrina y estilo".

 

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técnico de CETA, iba tomando cuerpo. El trabajo del Centro persiguió exclusivamente el objetivo de fijar el capital necesario para que la empresa pública abordara la producción de camiones en un nuevo emplazamiento, sin consideración, por tanto, de la repercusión financiera que para tal proyecto pudieran derivarse de las negociaciones con Hispano Suiza. Ambos procesos convergieron una vez creada ENASA, la cual debió asumir inmediatamente inversiones adicionales y objetivos no previstos. Esta circunstancia tuvo incidencia en el arranque de su difícil andadura, de forma que pronto requirió nuevos aportes de recursos financieros, mientras que permaneció aún muy lejano y problemático su objetivo de producción. No se llegó al mismo hasta finales de la década de los 50, con bastante retraso respecto a los planeado inicialmente 17. Se produjo una demora que, aparte del resto de las dificultades materiales de todo tipo que se presentaron en aquel período, se debió gran medida a la pluralidad de objetivos que, en definitiva, se
pretendieron abordar con la actividad de la nueva empresa y que supusieron, a nuestro entender, la introducción de factores de disfuncionalidad en la misma.
Si consideramos que el objetivo inmediato de ENASA fue la obtención en breve plazo de una producción de 1.500 vehículos industriales anuales para reducir sensiblemente las importaciones, hemos de convenir que la operación de su creación y puesta en marcha constituyó un fracaso. Efectivamente, las necesidades financieras resultaron ser extraordinariamente mayores, de forma que se hicieron imprescindibles
ampliaciones de capital que elevaron los recursos propios de la empresa de 240 millones a 620 en 1950 y a 2.100 en 1954, en tanto que el objetivo se alcanzó con un notable retraso, no llegando a fabricar 1.500 unidades hasta 1958, año en el que se sobrepasaron las 2.000 unidades.

Pero si consideramos que su razón de ser era también la consecución de un objetivo de más largo alcance, que consistió en la nueva implantación de la industria nacional de automoción, con el propósito a su vez de motorizar al Ejército 18; arrancando en un momento en el cual la iniciativa privada no mostró capacidad técnica ni financiera para su logro, debemos de convenir que lo consiguió en alto grado, abstracción hecha,
naturalmente, de consideraciones de costes de oportunidad o de estrategias alternativas menos intervencionistas y sustitutivas de difícil imaginación en las circunstancias políticas de la época. Efectivamente, a principios de los 60 la producción nacional presenta ya cifras muy considerables no tanto por la producción de la propia ENASA y otras empresas públicas, como por la apertura de otros centros fabriles en España por parte de la iniciativa privada 19, conforme se han ido transformando las condiciones de l
a

17 Consistió en terminar la fábrica y el montaje de la maquinaria de la fábrica en dos años y que la misma fuera capaz de una producción de 1.500 vehículos anuales en tres años más.
18 El carácter estratégico tanto de CETA como de ENASA fue una consecuencia de la modernización que se produjo en los distintos ejércitos de tierra contendientes de la Segunda Guerra Mundial, a los cuales el español tuvo que adecuarse para no quedarse nuevamente anticuado en cuanto a capacidad de movimiento
y combate. La modernización se basó en dos principios: motorización y mecanización. Por el primero, lo que se pretendió fue aumentar la movilidad de las grandes masas combatientes que favoreciera la maniobra y el avance e impidiera por el contrario la estabilización de los como ocurrió durante buena parte del la Primera Guerra Mundial. Por el segundo se intentó aumentar la capacidad de fuego dotando de más máquinas y más potentes a los ejércitos. En el caso español, esta segunda función la desempeñó
otro centro de investigación también perteneciente al INI: el Centro de Estudios Técnico de Materiales Especiales –CETME-.
19 Desde 1954, Motor Ibérica fabricaba sus camiones "Ebro" bajo licencia Ford e IMOSA, participada por el capital alemán al 25%, fabricaba en Vitoria los vehículos "DKW". SAVA comenzó su actividad en

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política nacional que fue abdicando de su exaltado nacionalismo y sus ideales autárquicos, pero también debido al desarrollo de la industria auxiliar nacional que en gran parte se debió a las exigencias de calidad de fabricación que impusieron las normas CETA para los productos Pegaso 20.

5. Las necesidades económicas

Junto con el desarrollo técnico de sus productos, que constituyó sin duda un aspecto positivo de la etapa inicial de ENASA, se dio una práctica empresarial que se vio impelida a seguir un camino absolutamente distinto al previsto, materializada en el extraordinario incremento de recursos que el INI hubo de aportar para evitar la paralización de la empresa 21. La adquisición de Hispano Suiza supuso una carga financiera no prevista, no tanto por el importe efectivo satisfecho por la compra, como por la necesidad de acometer importantes inversiones para asegurar su continuidad. A las necesidades de inversión en su sección de vehículos industriales, derivadas de la conveniente renovación y reparación de máquinas en mal estado después de la colectivización de la que fue objeto durante la Guerra Civil, se sumaron los problemas de reorganización que conllevaron otras fabricaciones asumidas por interés militar, en especial los motores de aviación cuyo pedido en tramitación con el Ministerio del Aire, de 280 unidades, exigió la adecuación de una sección a tal fin. A todo esto se añadieron los recursos que se destinaron a terrenos y maquinaria para la fábrica a construir. Eran muchos fines a cumplir con inadecuados recursos y pocos medios. En realidad el Consejo de Administración de ENASA fue consciente de ello y desde el primer momento se aplicó a eludir los compromisos con el Ejército 22, intentando llevar al ánimo de las autoridades militares la obsolescencia del producto y su previsible encarecimiento, dada la dependencia de elementos a importar de la Hispano Suiza francesa. Esta actividad militar, en principio ajena al objetivo de ENASA, se incrementó con el compromiso también de continuar con la fabricación de armas automáticas -

Valladolid en 1957, con patente BMC primero (Austin) y luego Berliet. Barreiros Diesel, S. A., la competidora nacional más directa de ENASA, comenzó la fabricación de vehículos a finales de 1958, hasta entonces fabricaba motores diesel. En 1958 otra empresa participada por el INI entró en este sector,
Aeronáutica Industrial, S.A. (AISA), ante la crisis del sector aeronáutico, proyectó y construyó el vehículo ligero “AVIA”, equipado con motor Perkins Diesel. Por la misma razón otra empresa pública, Empresa Nacional de Motores de Aviación (ENMASA), surgida en 1951 por la absorción de la antigua Elizalde, fabricó vehículos ligeros bajo licencia de Mercedes Benz desde 1962.
20 Normas -normalización CETA-: conjunto de reglas sistematizadas para llevar a cabo algún proceso industrial. En el caso que nos ocupa abarcó desde resistencia de materiales, tolerancias admisibles en la producción hasta el diseño y fabricación de piezas. Supone establecer unos criterios de calidad que favoreciera la producción en serie evitando en lo posible los retoques individualizados de piezas, muy habituales en la producción artesanal pero incompatible con la industrial. Las normas CETA
constituyeron la base de la normalización industrial española de las décadas de los 50 y 60.
21 Los aspectos económico-contables de ENASA entre 1946 y 1957 se detallan en López Carrillo, J.M.: El INI ante la industria de automoción: la evolución de la Empresa Nacional de Autocamiones (ENASA) en su etapa inicial (1946-1958), tras su creación como medio de implantar la fabricación de vehículos
industriales en España, tesis doctoral defendida en 1997 en la Universidad Complutense de Madrid.
22 Se refiere al armamento y motores de aviación, pero no vehículos de aplicación militar. CETA y ENASA se mostraron muy activas, desde su fundación en el diseño y fabricación de camiones y tractores para el Ejército: camiones “todo terreno” derivados tanto del 66 G, como del Pegaso I y II, Pegaso III M- 3, y tractores de arrastre de piezas de artillería derivados del Z DC-1. Sin embargo, hasta la década de los 60 ENASA no tuvo un encargo de fabricación en serie de camiones para el Ejército.

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cañones de 20 mm- y su munición para el equipamiento de aviones. Inmediatamente se planteó la situación de potenciar esta línea de producción debido a un nuevo contrato en 1948, esta vez con el Ministerio de Ejército de 200 unidades 23. Ahora ENASA, al asumir este nuevo compromiso, vio ampliada su actividad viéndose obligada a negociar la obtención de las licencias oportunas 24.

Esta atención a la producción militar creó algunos problemas accesorios, como por ejemplo, la existencia de máquinas en Barcelona que habían sido trasladadas de la Hispano Suiza francesa en plena guerra mundial y que fueron objeto de reclamación de algún tipo de compensación por la sociedad francesa, la cual estaba en posición de fuerza al ser además suministradora insustituible de los componentes del motor a fabricar en Barcelona 25. Los suministros de estos componentes plantearon de inmediato el problema adicional de dificultades de pago por escasa disponibilidad de divisas 26.

Podemos concluir, que la variedad de actividades que la empresa hubo de acometer en sus primeros años, y que no estaban incluidas en su objeto social, le acarrearon continuos problemas que tuvieron reflejo en su tesorería. La reorganización y renovación de la sección de vehículos industriales de la fábrica de La Sagrera y de la sección de motores de aviación supusieron un esfuerzo financiero que se sumaba al empleo de recursos para la construcción y contratación de equipamiento para la nueva fábrica -objetivo inicial de la empresa-. Cuando en 1949 se dispuso ya de un vehículo de motor diesel, su lanzamiento en la fábrica de Barcelona provocó una primera e importante ampliación de capital.

La trayectoria de falta de recuperación de la inversión en el ciclo productivo continuó y la presión sobre la tesorería también. Esta situación no cambió hasta 1957, en la Memoria de 1951 ya se adelantaba que debería contemplarse otra ampliación de capital 27. La puesta en marcha de la fábrica de Madrid en 1951, en la que se incluyeron secciones no previstas -fabricación de equipos de inyección diesel, taller de forja y fundición 28 y taller para fabricación propia de utillaje y herramientas de precisión- fue la causa de la segunda importante ampliación de capital que se aprobó en 1953 y colocó los recursos propios en la cifra de 2.100 millones de pesetas, casi nueve veces más de la cifra inicial prevista de 240 millones, mientras que la producción de ese mismo año fue de 450 unidades, un tercio del objetivo propuesto.

23 ENASA, Memoria, 1948, p. 7.
24 Este armamento venía siendo suministrado por la Hispano Suiza de Ginebra -sociedad independiente de la Hispano Suiza española-. Posteriormente, se comenzó su fabricación en la fábrica de La Sagrera con maquinaria aportada básicamente por el propio Ministerio del Aire, con pago de la licencia correspondiente. Esta actividad se vería incrementada más tarde cuando en 1950, se contrató con el mismo departamento la construcción de 100 cañones de otro tipo (ENASA, Memoria, 1950, p. 9) y en1952, con la fabricación de 15 cañones del primer tipo para la E.N. Bazán (ENASA, Memoria, 1952, p.9).
25 ENASA, Actas del Consejo de Administración, 1948, 11 de mayo.
26 ENASA, Actas del Consejo de Administración, 1950, 28 de marzo.
27 ENASA, Memoria, 1951, p. 4.
28 En 1950 se realizó también la venta de las secciones de Forja en Ripoll, una activo más de los adquiridos a Hispano Suiza, a la Farga Casanova, quedando sólo en propiedad de ENASA la sección de Embutición que fue trasladada a La Sagrera (Memoria ENASA, 1950, p. 7). Por esta razón, se previó una nueva y moderna sección de Fundición en la fábrica de Madrid. Pero este proyecto habría de requerir más tarde, una modificación a consecuencia de los acuerdos firmados con Leyland en 1957, que plantearon la conveniencia de acometer una instalación más avanzada y automatizada.

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6. Las dificultades de producción y venta


Hasta el final de la década de los 50 los problemas de suministros siderúrgicos se constituyeron en el más importante factor estrangulador de la actividad productiva de la empresa 29. Las dificultades fueron especialmente notables en las ferroaleaciones,aluminio y otros metales ligeros. En rigor estas deficiencias lo que hacían fue estrangular la propia cadena de producción, evitando el alta de nuevas unidades en el almacén de Unidades Terminadas y provocando costosos inmovilizados de otras primeras materias en almacén y curso de fabricación. El otro factor persistente, apuntado en la Memoria de 1950 fue la falta de neumáticos 30. Este problema llegó a tal punto de gravedad que a principios de 1951 se hubieron de paralizar las entregas de vehículos 31.

También en este período cobraron relevancia los problemas de suministro de chapas para cabinas, que también impidieron el acabado de unidades terminadas. A finales de 1948 32 existía un preocupante desequilibrio entre la producción de chasis y cabinas. A estas deficiencias de materiales se unieron las procedentes del suministro eléctrico, ya que “aunque afortunadamente hoy han variado las circunstancias, en el transcurso del pasado año hemos sufrido también las consecuencias que las restricciones en los suministros eléctricos acarreaban en la zona industrial catalana” 33. El texto de la Memoria nos indica que 1950 fue el último año de restricciones eléctricas extraordinarias.
Cuando se celebró la junta para aprobar las cuentas del año anterior corría el mes de mayo de 1951. En este momento se dice que “afortunadamente hoy han variado las circunstancias”, es decir, se consideraban superados los problemas de insuficiencia energética. Pero hasta 1950 estuvieron presentes, hasta el punto de que se tomó la
29 INI: Actas del Consejo de Administración, 20 de febrero de 1948. Donde se analiza este problema de ENASA y se afirma que esta crítica situación es debida a la “exigüidad de materiales siderúrgicos que la empresa recibe”, ya que la única dificultad para conseguir los resultados de producción previstos y para los que se ha dimensionado durante 1947 “estriba en obtener los suministros necesarios de aceros”. Esta situación calificada de “inquietante” en el INI y no sólo para ENASA, sino para otras empresas públicas como la Sociedad Anónima de Construcciones Agrícolas (SACA), por lo que se concluye que “si la producción siderúrgica española no fuera suficiente ... estaría indicado apelar a una importación de aceros que asegurasen la producción de vehículos industriales y evitar la importación de éstos, más costosa en divisas y perjudicial para la economía nacional”. El objetivo de sustitución de importaciones perseguido queda aquí manifiestamente claro como un imposible en tal contexto industrial de los años 40. Ni es posible aumentar la producción ni es factible ganar en competitividad sin acudir a las importaciones básicas. La sola protección arancelaria frente a la entrada de vehículos terminados no es suficiente.
30 ENASA, Memoria, 1950, p. 8. “Es indudable que la situación de orden internacional por la que atravesamos ha influido notablemente ... en la entrega de neumáticos para unidades terminadas, otro serio contratiempo que interfiere el ritmo de nuestras entregas”.
31 ENASA, Actas del Consejo de Administración, 1951, 30 de enero, donde el gerente pone en conocimiento de los consejeros esta situación. Sobre el problema se siguió tratando en las sesiones posteriores, a lo largo de 1951, lo que demuestra su larga persistencia en el tiempo. Lo mismo podemos decir del problema de las ferroaleaciones. (Se vuelven a tratar estos asuntos en las sesiones de 20 de febrero, 24 de abril, 22 de mayo y 26 de junio.
32 ENASA, Actas del Consejo de Administración, 1948, 23 de noviembre.
33 Y no sólo en Cataluña, naturalmente. En la sesión del Consejo de ENASA de 27 de octubre de 1948 se pone de manifiesto cómo la restricción de energía eléctrica repercute en el suministro de materias primas porque la industria vizcaína está muy afectada también por aquellas restricciones. En algunos casos, como Altos Hornos, el problema es menor al contar con una central propia. Pero en otros casos, como Echevarría, el trastorno afectó al funcionamiento de la producción, ocasionando disminución en los aceros especiales que fabricaba.

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decisión de instalar un segundo grupo electrógeno que, aunque aminoró los efectos de aquellas restricciones, no significó la anulación total de los trastornos causados a la producción. El primer grupo electrógeno fue instalado en el año anterior, como consecuencia de la sequía. Su secuela en forma de escasez de energía eléctrica provocó interrupciones en la fabricación y ENASA hubo de acogerse a los beneficios de la “Caja de Compensación de Paro”, instituida oficialmente para paliar tal problema nacional.
Ante esta prolongada situación de emergencia energética, el Consejo aprobó la adquisición del grupo electrógeno. Se estaba, no obstante, muy lejos de los graves trastornos que se produjeron a finales de 1948, cuando el obligado racionamiento del consumo energético supuso para la empresa la reducción a partir de diciembre de su consumo mensual al 25% del promedio correspondiente a los meses de febrero, marzo y abril anteriores, lo que vino a suponer un volumen de trabajo equivalente a dos días semanales de ocho horas 34.

Otro de los grandes problemas de la producción consistió en la disponibilidad de rodamientos a bolas con la necesaria calidad. En enero de 1948, el gerente planteó dicho problema, agudizado por la circunstancia de la destrucción de fábricas en la guerra cuya reconstrucción aún no se había efectuado 35. Las existencias de estos materiales en los almacenes de ENASA sólo eran suficientes para 150 vehículos 36. La situación era preocupante, tanto que en la misma sesión del Consejo se acordó abrir gestiones para conseguir los que pudieran obtenerse en los almacenes del Parque Automovilístico Militar de Valladolid donde al parecer los había “de procedencia italiana y marcas de garantía”.

En otro orden de cosas, que de momento no afectaba a la producción de un modo directo pero que nos alerta de la generalizada escasez de suministros, podemos considerar la dificultad de conseguir los materiales de construcción imprescindibles para la fábrica de Madrid. En octubre de 1948 el Consejo celebraba haber avanzado en la consecución de suministros de cemento 37. Todos estos factores caracterizaron la producción y su baja productividad que quedaron reflejadas en las cifras de aquellos años. Pero estas cifras relativas a la producción, que de por sí denotan ya volúmenes muy escasos para intentar una explotación eficiente, adquieren un significado más negativo si las comparamos con las ventas, tanto en unidades vendidas como en pesetas facturadas y en coste de producción. Las dificultades de ventas de unidades terminadas resultaron tan grandes como las de producción final y entrada de estas unidades en el almacén.

Si la empresa fue incapaz de colocar en el mercado su producción de camiones en 1948 y 1949 se debió, fundamentalmente, a que éstos eran todavía de gasolina. Hasta que en 1950 no estuvo en condiciones de lanzar al mercado su nuevo vehículo diesel 38, la

34 ENASA Actas del Consejo de Administración, 1948, 23 de noviembre.
35 ENASA, Actas del Consejo de Administración, 1948, 20 de enero.
36 En la misma sesión, ante el planteamiento del asunto por parte del gerente, Ricart abundó en la gravedad del mismo, advirtiendo que no podía pensarse en absoluto en la solución de sustituir la importación de rodamientos por la producción nacional. La empresa ENARO, constituida en 1946, aún no estaba en condiciones de aportar esta solución.
37 ENASA, Actas del Consejo de Administración, 1948, 27 de octubre.
38 La razón del retraso fue industrial no técnica. CETA diseñó en 1946 un camión diesel –Z-201- (Centro Histórico Pegaso, Fondo de planos provisionales CETA), primer vehículo que debió fabricarse en la

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empresa no tuvo la oportunidad de responder eficazmente a la demanda que ya se mostró activa en 1948 y fue atendida por la importación. A propuesta de ENASA, ante las dificultades de venta de los vehículos de gasolina, el INI estimó que la solución más favorable, tanto para dar salida a las unidades terminadas en stock “como a las que sucesivamente se terminen y en tanto las circunstancias no varíen”, era la de ponerlas a disposición de la Secretaría General Técnica del Ministerio de Industria y Comercio para su adjudicación a las distintas entidades oficiales “y particulares que de dicho Organismo soliciten vehículos de transporte” 39. Esta solución fue considerada muy favorable por ENASA porque se apreció que “puede ser un medio de regulación de importaciones de camiones cuya demanda puede atenderse con nuestra fabricación”. Pero esto no fue así, los auténticos problemas de ventas derivaron del retraso en ofertar vehículos diesel y la persistencia en la única oferta posible del inadecuado de gasolina. Si no se sustituían importaciones fue por esta razón de tipo tecnológico más que por otras de tipo comercial o económico 40.
Cuando el INI prometió su apoyo para colocar estos vehículos “en tanto las circunstancias no varíen”, estaba refiriéndose precisamente a esto. Mientras ENASA no lanzase un vehículo diesel, el INI le apoyaría para colocar institucionalmente sus camiones de gasolina, porque la alternativa no era otra que el aumento continuo de los stocks de unidades terminadas o el cese de su producción. Al INI no le fue fácil imponer esta solución de un modo inmediato y, entre tanto, los problemas de tesorería y unidades terminadas en almacén en ENASA no hicieron más que continuar.

Poco después, el Consejo de Administración de ENASA se lamentó que las soluciones adoptadas no habían tenido la eficacia debida y se reafirmaba de nuevo en que ni la calidad de los vehículos ni sus precios estaban distantes de los de la competencia extranjera, proponiendo adoptar nuevas medidas “para hacer atractiva su adquisición”. Se solicitó la intervención del INI para conseguir “aparte de las medidas que considere oportuno la superioridad”, la exención en pago de patentes para vehículos de fabricación
nacional, el aumento del cupo de combustible y la preferencia en la reposición de

nueva instalación (Barajas) en la que por entonces trabajaba el Centro, y que no se inauguró hasta 1954. También en 1946-1947 se culminó por CETA el motor diesel Z-704 para el futuro tractor Z DC-1, cuyos prototipos los realizaron Elizalde, S.A. y Maquinista Terrestre Marítima, S.A. ante la falta de espacio de las instalaciones de ENASA, y varios motores diesel-compound. La compra de las instalaciones de Hispano Suiza, la obligación de no retrasar más la producción para no provocar el desabastecimiento,
sobre todo militar; y el hecho de no disponer de un modelo de camión diesel Hispano Suiza o de otra marca en el que se pudiera aplicar la maquinaria situada en La Sagrera -téngase en cuenta la dificultad de conseguir máquinas específicas para este tipo de producciones en aquel momento de inmediata postguerramundial y la imposibilidad de obtenerlas en el interior-, motivaron la continuidad en la línea de producción del camión de gasolina 66 G de la marca catalana y que modificado dio lugar a los modelos Pegaso I y Pegaso II de ENASA. Puesto que a su vez, en el período 1946-1949 tampoco se pudo poner en funcionamiento la nueva fábrica de Barajas, donde iniciar la producción del nuevo vehículo diesel de CETA se llegó a mayo de 1949, momento en que terminaron las experiencias del camión diesel 66 D - originariamente Hispano Suiza, modificado por CETA para lograr el Pegaso Z-202- y fabricado por ENASA y comercializado como Pegaso Diesel-. Durante un cierto tiempo 1949-1950 se fabricaron camiones de gasolina y diesel derivados del tipo 66 en Barcelona puesto que ambos modelos compartían gran parte de sus elementos constructivos.
39 ENASA, Actas del Consejo de Administración, 1949, 18 de enero.
40 En la misma sesión se comparan precios con los extranjeros y se llega a la conclusión de que el precio de Pegaso “no está tan desnivelado respecto al mercado internacional”, es de suponer que en esos precios internacionales se incluirían los sobreprecios por aranceles en el mercado español, aunque nada se especifica sobre ello.